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domingo, 28 de noviembre de 2010

Especial

Emilia: ¿Dónde te has metido? Te preparé el desayuno, te estuve buscando, se enfrió, lo guardé en el horno y ahora tendrás que tomarlo frío.

Eduardo: ¿Qué clase de desayuno?

Emilia: Especial. Hoy es un día especial para ti.

Eduardo: ¿Por qué? ¿Por mi cumpleaños? ¡Bah!

Emilia: Reconoce que es un excelente motivo.

Eduardo: Demasiado repetitivo: ochenta y tres veces...

Emilia: No seas presumido. Ochenta.

Mª Manuela Reina, La cinta dorada

lunes, 22 de noviembre de 2010

Lágrimas de cristal

Con el alma encogida y vulnerable, el rocío de sus ojos tenía mil colores diferentes, mezclados entre sí formando el collage de su débil mente.

Cada amanecer las lágrimas discurrían por sus ojos, como pequeñas gotas de colores. Tumbada de lado sobre la helada hierba matinal, los primeros rayos del sol eran los únicos testigos de su desgracia.

Escondía la cara durante la noche para que la luna no fuera compañera de su tristeza, y al amanecer entregaba al sol los pequeños cristales helados que eran sus lágrimas, para que éste grabara con su calidez los recuerdos de tanto tiempo pasado y disuelto en imágenes borrosas.

Simplemente, la muchacha guardaba los recuerdos en lágrimas de cristal.