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sábado, 17 de diciembre de 2011

Con un beso

Todas las historias bonitas comienzan con un “Erase una vez…”, o el, también típico, “Hace mucho tiempo, en un lujar muy lejano…”. Por seguir la tradición no estaría mal comenzar así, con algo sencillo y popular, pero como antes he dicho, así suelen empezar las historias bonitas, por lo que esta… será de otro modo. Comenzará con una calle abarrotada, sin tiempos lejanos ni lugares extraordinarios, solo una calle, de un barrio, de cualquier ciudad. Al fin y al cabo, cualquier lugar es bueno, o malo, para que se desarrolle una historia. Pero, y solo por situar a los personajes, será una calle, como ya he dicho, abarrotada, repleta de tiendas, con la nieve acumulándose en las aceras y los tejados de los edificios cubiertos por un manto blanco. Puede que haya unos cuantos niños en brazos de sus padres, llorando y pataleando por no conseguir el juguete que tanto anhelan, o por simple cansancio. También es posible que haya algunas mujeres mayores, casi siempre en pequeños grupos de tres o cuatro, observando con descaro a la gente pasar y comentando con suspicacia las vestimentas y acciones de los demás. Quizá unas cuantas adolescentes se diviertan y alboroten con risas nerviosas mientras saben que otro grupo de chicos las observa con cierto deje chulesco. Sí, todas esas personas encajarían en una calle así, todos abrigados hasta las orejas por el tenaz frío que se cala hasta los huesos, todos ajenos a lo que sienten y guardan por dentro aquellos con los que se cruzan por la calle, y, también todos, críticos ante lo que aparentan los viandantes.

Ahora, podemos centrarnos algo más en ese entorno, una cafetería, por ejemplo, donde hombres y mujeres de todas las edades charlan al calor del café, o chocolate, que se desliza por sus gargantas, mientras lo acompañan con algún dulce que engañe el hambre hasta la hora de la cena. Una chica sentada sola, agarrando entre sus manos una taza, un café vienés, su favorito, mientras da pequeños sorbos, absorta en sus pensamientos. No falta el chico que se acerque a decir algo como: “Una cara tan bonita no debería estar tan seria”, y espera con una sonrisa a que ella ría ante su desparpajo, pero cuando esto no ocurre se queda parado, tenso, sintiéndose incómodo y un tanto estúpido. Entonces ella, por mera cortesía, le regala una sonrisa no muy alegre y se disculpa con timidez tras dar el último sorbo a su café, entonces se levanta, deja el dinero en la mesa y se despide del chico con un gesto, y con una sonrisa del camarero que la atendió. Según abre la puerta de la cafetería el gélido viento la golpea en la cara sin compasión, recordando que es invierno y así será por algún tiempo más. Entonces ella camina por la acera, encogida en su abrigo y cubierta por camisetas, jerséis y chaquetas, sintiéndose en cierto modo, como una cebolla con sus tantas capas, y entonces ríe ante ese pensamiento, aunque de una forma más bien amarga. Saca su mp3 del bolsillo y se coloca los auriculares, busca entre las tantas canciones que guarda en el pequeño aparato y elige por fin una acorde a su estado de ánimo. Llevan tiempo aconsejándole que tire ese viejo trasto y se compre algo más moderno, pero, mientras funcione no tiene porque comprar otra cosa, o al menos eso piensa ella. Esta chica, durante mucho tiempo se dejó llevar por lo que esperaban los demás de ella, y las apariencias, como para muchos otros, lo eran todo. Pero entonces algo cambia, y con ello también se modifica su manera de pensar. Pudo ser una discusión, un accidente, una pérdida… o un beso. Sí, probablemente fue un beso, y todo lo que este conlleva.

Un chico que se acercaba a ella, y que llevaba observándola semanas sin que nadie lo supiera, que dijo ver más allá de la superficie y saber que ella no era como todos creen, incluida ella misma. Le arranca una sonrisa - la primera de muchas- con aquella ocurrencia y ella acepta que vayan a tomar algo. Después de algunas horas de risas, historias y conversaciones sin importancia se despiden en la puerta de la cafetería con unas sonrisas que son incapaces de disimular. Cada uno emprende el camino en dirección a su casa. Ella va absorta en sus pensamientos cuando alguien le toca el hombro, entonces se gira repentinamente y ahí está el de nuevo, pidiéndole su número de teléfono, porque le gustaría quedar con ella alguna vez más. Y con una sonrisa ella escribe el número en la mano del chico y le besa en la mejilla ruborizándose ligeramente.

El recuerdo de aquel día seguramente se cuele entre sus pensamientos por mucho que intente evitarlo, y le traerá sensaciones agradables que desearía volver a sentir, pero… hay más. Tras muchas llamadas, salidas al cine y a tomar algo, más risas y más historias, algo más ocurre entre ellos. El uno piensa que es maravillosa, la otra que es el amor de su vida, y ambos callan por vergüenza o miedo, ni si quiera ellos lo saben. Pero, como parecía tener que ser, las circunstancias hacen que todo se descubra y que comiencen a salir, lo que parece lo mejor y probablemente lo sea. Más llamadas, cine, cenas, risas y un largo etcétera de situaciones divertidas, románticas, o simplemente agradables, transcurren en la vida de ambos llenándola de alegría y amor. Entonces, una casualidad lo destruye todo, sí, una mera casualidad, de esas que, tras haberlas sufrido, piensas: “¿y si hubiese llegado cinco minutos más tarde?”. Ella con una sonrisa imborrable en el rostro, llegando a su acogedor piso después de la universidad una hora antes de lo previsto. Abre la puerta de la entrada y se dirige a la habitación dispuesta a ponerse el vestido más ligero que encuentre para soportar el terrible calor veraniego. En el pasillo oye un ruido, de cremallera, y sonríe pensando que él ha llegado también antes de lo previsto de trabajar, entra en la habitación y allí está, con unas bermudas a cuadros y una camiseta blanca, arrastrando con esfuerzo una enorme maleta. Y entonces algo se rompe. Él quiso irse sin hacer ruido, con una nota de despedida encima de la cama y sin un último beso, pensando que sería más fácil para ella. Ella mira sin comprender, se acerca a él con el terror en la mirada, pero sin mediar palabra, intenta coger la nota de encima de la cama, pero él se lo impide. Susurra un “lo siento” y la besa en la frente como toda despedida, y después se marcha. Ella llora, espera a oír cerrarse la puerta del piso y coge la nota lentamente, abriéndola después con las manos temblorosas. La lee y la rompe en dos, se tumba en la cama y solloza, pensando que nunca más volverá a creer en nadie.

Y volvemos al ahora, la chica sigue caminando entre la gente, siendo una más entre la multitud, pasando desapercibida como todos. Y mientras avanza rápidamente por la acera mirando hacia el suelo, choca contra algo o alguien. Levanta la mirada y, como es de esperar, está él, esto debía pasar algún día. Sonríe nerviosamente y después esa sonrisa se borra de su cara, él parece pedir perdón con la mirada y de sus labios no sale ni un austero saludo. Entonces ella le besa en la mejilla, como aquel primer día, y susurra en su oído: “tan solo espero que te enamores de alguien tanto como lo hice yo de ti”, y después sigue su camino, no quiere nada más de él. Y esas últimas palabras que parecen amables a ojos del chico, están cargadas de un significado no tan agradable, pues en los labios de ella se quedó dormida la última parte de la frase: “… y que te rompan el corazón de la misma manera”. Es muy probable que cuando llegue a casa las lágrimas se apoderen unos minutos de ella, porque todo había terminado, del todo, con un beso, tal y como empezó.

Bueno, pues este es una pequeña historia rescatada de algún lado jaja Me daba cosa dejar el blog tan abandonado y como ya no me quedan exámenes que hacer hasta pasadas las navidades (o al menos de momento es así) pues me he propuesto ocupar un poco de mi tiempo en volver a escribir (o por lo menos corregir historias antiguas). De momento la inspiración no parece estar demasiado de mi parte, pero todo llega jaja Pues nada, un beso enorme y espero que haya sido al menos interesante leer lo que he subido hoy. Que tengáis unas fantásticas navidades =)

martes, 6 de diciembre de 2011

Gran concurso de otoño

Hola bloggeros!! Hoy no traigo ningún relato, aunque estoy en ello. A lo que íbamos, hoy os traigo un concurso, el Gran concurso de otoño del blog El hechizo de los libros. Es un concurso verdaderamente interesante y os animo a participar. Yo ya he participado, como no. Pinchad ---> http://hechizodelibros.blogspot.com/2011/11/gran-concurso-de-otono.html para ver las bases.
Un beso ;)