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lunes, 30 de julio de 2012

Premio =D

Hola bloggeros!! Hoy he recibido un premio bloggero, que agradezco un montón, porque siempre da ánimos y alegra saber que se te aprecia y demás así que aquí lo dejo ;)


Mil gracias a Kashmir por darme el premio y si no fuera porque es ella la que lo entrga se lo daría la primerísima de todas, porque gracias a ella (sí, gracias a ti Kashmir ;) )ha empezado a ver más gente mi blog y siempre está aquí para poner un comentario bonito ^.^

Le daría también el premio a Virialt porque su historia Los Hermanos Morgan me tiene muerta de curiosidad, pero es la creadora del premio así que nada jaja

Y este premio se lo merecerían un montón de personas, porque hay blog que llevan tantísimo trabajo y están siempre perfectamente actualizados, que se merecen reconocimiento y de todo jaja Pero mejor se lo doy a los blogs que más leo o me pasaría una eternidad nombrando gente jaja

Noemi, que me parece una gran escritora y su historia Guardianes de los Elementos es la mar de interesante. Adoro a Tasia y a David ^.^

Sam, que sube unas entradas cortitas pero intensas y que tienen muchísima razón.

Athenea, que llevo leyendo su blog muchísimo tiempo, pero por unas o por otras casi nunca comento así que soy bastante desconocida para ella, pero creo que se lo merece con creces por las fantásticas historias que escribe. 

Vicky, que aunque hace muy poquito que nos seguimos, creo que su blog es fenomenal.

Coincido con Kashmir en que El club de las Escritoras en un gran blog y aunque no soy miembro lo sigo y me encanta la atención que le dan y lo dedicadas que están todas con el club y con sus historias.

Y creo que eso es todo, en estos días que ando con tiempo he descubierto nuevos blogs y durante un tiempo he dejado algunos que leía pero que desaparecieron o dejaron de publicar por un año entero, así que ando ampliando horizontes bloggeros jaja

Por cierto!! El otro día escribí en twitter que iba a dejar el enlace a la página de una autora interesante y se me olvidó por completo O_o Así que lo dejo AQUÍ y os cuento un poquito a que me refiero con interesante. Esta escritora ha escito una saga que se llama Mi error, y consiste en una serie de libros que de una manera un otra todos guardan relación y son diferentes historias de amor.

Yo todavía no he tenido tiempo de empezarlos, bueno tiempo tiempo si tengo pero estoy liada leyendo otra saga y hasta que no la termine me aíslo del resto de libros jaja Lo más curioso es que la autora los tiene para descargar gratis en su misma página, cosa que me pareció genial y me hizo pensar muy bien de la autora, así que os animo a que os paséis y los descarguéis que no cuesta nada :)

De momento son 4 libros, pero tengo entendido que piensa escribir unos cuantos más, así que hay libros para rato jaja

Y ya de paso os dejo el enlace al blog donde encontré los libros y a su autora que sube un montón de libros en pdf para descargar y está genial PINCHA AQUI

Y ya sí que sí he terminado ^.^

Un besito a todos!!!

domingo, 29 de julio de 2012

Besos de Rubí: Capítulo 3

Hey! Buenas gentecilla alegre de blogger ;D
Para hoy os dejo el tercer capítulo de Besos de Rubí, que espero que os guste ;)
Un besito!! Y dejad un comentario ya que os pasais por aquí. Bye!!! :D

Capítulo 3: Una agradable velada

El reloj marcaba las siete menos cinco cuando Cassandra salió por la puerta giratoria del hotel. Por suerte, el restaurante donde Di Genaro la había citado estaba solo a unos minutos andando y no tomaría mucho tiempo llegar allí. Caminó hacia allí con paso rápido -siempre le gustaba llegar pronto a las reuniones de trabajo- en sus altas sandalias azul eléctrico a conjunto con el ceñido y elegante vestido de cuello de barco que se había puesto. Cuando llegó a la dirección que se le había indicado, se encontró delante de un pequeño restaurante italiano de fachada sencilla y rústica. Entró con desconfianza, convencida de que se había equivocado de lugar, y una pareja de ancianos amables y sonrientes le informaron de que, efectivamente, había una reserva a nombre de Domenico Di Genaro. Tras esto, la mujer le guio hasta un pequeño salón apartado donde había tan solo una mesa con sus dos sillas y jarrones con flores adornando la estancia.
            -El señor Di Genaro nos llamó hace unos minutos –dijo la mujer con un notable acento italiano-. Le pide disculpas porque tardará unos minutos más en llegar debido a que su vuelo se retrasó.
            Cassandra asintió mientras tomaba asiento, murmuró un “gracias” y le dedicó una sonrisa amable a la anciana, que salió de la salita tras entregarle la carta de comidas. Estaba algo confusa con la información que le había dado la anciana, no sabía que Di Genaro había tomado un vuelo para volver a Florencia ese mismo día. Con una leve sacudida de cabeza deshecho el pensamiento de su mente y se centró en la carta que tenía entre las manos; no tenía por qué importarle de dónde venía o hacia dónde iba aquel hombre.
            -¿Cassandra Diamantidis? –preguntó una voz ligeramente conocida a su espalda, lo que la hizo sobresaltarse y girarse rápidamente.
            -¿Qué haces tú aquí? –preguntó ella a su vez con desdén al darse cuenta de que tenía ante ella al hombre del aeropuerto.
            -Interesantes los modales que utilizan los de su empresa –comentó él con una sonrisa pícara asomando de sus labios-. Domenico Di Genaro, es un placer volver a verla –añadió extendiendo la mano.
            La joven estaba estupefacta. Domenico Di Genaro, el joven y rico empresario y economista italiano que sus jefes morían por conseguir, era el mismo descarado y seductor hombre que había tratado de invitarla a un cóctel en el avión y que más tarde la había salvado de una estrepitosa caída, y ahora se encontraba ante ella con una sonrisa pícara y altiva que la sacó de sus casillas. Ahora entendía las palabras de la anciana. Claro que el vuelo de Di Genaro se había atrasado, ¡era el mismo que el suyo!
            -Buenas –saludó ella aún sorprendida-. Me presentaría, pero veo que sabes de mí más de lo que esperaba.
            -Solo lo esencial, señorita –dijo él sonriendo.
            Ella no respondió.
            -Veo que ya tienes la carta –comentó tras un tenso silencio-. ¿Hay algo de su agrado?
            -No he mirado detenidamente el menú –confesó ella con desconfianza.
            -Permítame entonces que le recomiende que pida el bistec a la florentina. Aquí lo preparan especialmente bien –dijo sonriendo mientras se sentaba.
            Cassandra tan solo asintió, sintiéndose ya algo más relajada, aunque una ligera tensión todavía flotaba en el ambiente. Los dos se mantuvieron en silencio, evaluándose con la mirada, hasta que la anciana entró de nuevo en la estancia con su siempre agradable sonrisa. Consigo traía un plato repleto de tan tostado en el que había untado lo que parecía ser paté.
            -Crostini di fregatini –dijo la mujer señalando el plato ante la mirada curiosa de Cassandra-. ¿Han decidido que van a tomar? –preguntó después mirándolos a ambos.
            -Dos bistecs a las florentina, por favor Rosa –pidió Domenico con amabilidad.
            -En seguida –dijo la mujer sonrientemente-. ¿Brunello di montalcino para beber? –preguntó Rosa. Domenico asintió y la mujer salió de la habitación.
            -Conoces bien a los dueños del restaurante, ¿verdad? –dijo Cassandra con cierta curiosidad a la par que cogía una de las tostadas que había dejado la mujer.
            -Son amigos de mis abuelos maternos desde hace ya muchos años –explicó él.
            Con esta última fase, y sin saber por qué, Cassandra se deshizo de la tensión que permanecía en el ambiente y esbozó una sonrisa sincera que Domenico le devolvió con alegría.
            -Entonces… tus jefes te han mandado a convencerme para que acepte que tengan una reunión con ellos, ¿no? –preguntó él aun sonriendo.
            -Exactamente –contestó Cassandra perdiendo su sonrisa y, recordando sus planes, se inclinó hacia su bolso con la intención de sacar la carpeta con los proyectos e informes que debía enseñar a Domenico.
            -Acepto –dijo él repentinamente, lo que hizo que Cassandra levantara la cabeza rápidamente con cara de sorpresa.
            -¿Qué? ¿En serio? Ni siquiera te he mostrado los informes –casi gritó zarandeando la carpeta.
            -Tus jefes han mostrado mucha insistencia, así que acepto. No creo que una reunión haga mal a nadie –dijo Domenico relajadamente y sonriendo.
            -De acuerdo –aceptó ella aún algo aturdida-. Llamaré a mis jefes entonces para que concierten una cita…
            -Espera –la cortó Domenico al ver que ella tenía intención de marcharse-. Acepto tener esa reunión, pero tú te quedas a la cena. No es necesario ir con prisas a todos lados. Disfruta de la velada –añadió sonriendo.
            -Pero… -comenzó ella, pero se detuvo al ver la mirada de él-. Está bien –consintió al final, rindiéndose.
            -Perfecto –dijo él simplemente sonriendo complacido.
            Un instante después Rosa entró en la habitación con dos platos en las manos y ambos irrumpieron su conversación para dar buena cuenta de la deliciosa carne. La cena transcurrió tranquila, tras la carne tomaron el postre, schiacciata alla fiorentina, que a Cassandra le pareció delicioso, y más tarde Domenico la convenció para mostrarle los encantos nocturnos de Florencia. Cassandra tenía que admitir que todo era extrañamente bello y en el aire se respiraba el clásico aroma de La Toscana, y también que Domenico no era tan desagradable y engreído como había supuesto.
            -Gracias por acompañarme al hotel, pero no era necesario –dijo Cassandra cuando llegaron a la puerta de recepción.
            -No tiene importancia –contestó Domenico con despreocupación-. Ha sido un placer mostrarle la bella Florencia –añadió sonriendo.
            -Mañana llamaré para concretar la cita con mis jefes, ¿de acuerdo?
            -Claro. Espero tu llamada –dijo él mientras un extraño gesto que Cassandra no supo interpretar recorría su cara-. Buenas noches –se despidió besando la mano de Cassandra.
            -Buenas noches a ti también –dijo ella a su vez con una tímida sonrisa.

…………………………………………………………………..

            Domenico se desplomó en el colchón nada más entrar a su cuarto. ¿Qué demonios tenía esa mujer que la hacía tan arrebatadoramente irresistible? Claro, que cualquiera caería rendido ante su belleza y su cuerpo pero él no estaba tan seguro de que su hermosura fuera lo único que hacía dar vueltas su cabeza.
            Cerró los ojos con pesadez y se quedó tumbado, sin siquiera desvestirse, hasta que el sueño se deslizó hasta él y cayó dormido, pensando si esa noche soñaría con la pelirroja de ojos azules que le había deslumbrado.

lunes, 23 de julio de 2012

Asamblea en el Olimpo

Bloggeros y bloggeras, aquí os dejo el relato mitológico que tenía pendiente. Como no estaba muy específico qué me pedía Kashmir exactamente, he pensado que incluir a los doce dioses principales (Los Olímpicos: Zeus, Hera, Hades, Poseidón, Artemisa, Apolo, Hermes, Ares, Atenea, Dioniso, Afrodita y Hefesto) en una Asamblea en el Olimpo daría una perspectiva un poco general de cómo son y las relaciones que tienen. Pues nada, espero que os guste y que haya conseguido plasmar lo que quería. 
Saludos :)

Asamblea en el Olimpo

El ajetreado sonido de algo muy parecido a una fiesta repiqueteaba en las paredes de aquel enorme salón que parecía hecho de cristal. Enormes y lujosas columnas talladas en mármol se repartían por todo el perímetro de la estancia, dejando en el centro un gran espacio donde estaban situados una docena de hermosos tronos hechos de madera, flores, joyas, plata y otros muchos y diferentes materiales, en los que nadie estaba sentado.
-¡Silencio! –la impetuosa voz de Zeus dejó tras de sí un silencio sepulcral en la sala-. Esto no es una fiesta en la que corre la ambrosía y hablamos de trivialidades, se trata de una Asamblea, y hemos de tratar temas de importancia.
El dios entró por la majestuosa puerta de madera bañada en oro que se encontraba tras su propio trono, en el que, tras unos instantes de tensión durante los cuales Zeus caminaba y nadie emitía sonido alguno, se dejó caer con la elegancia propia de los dioses. Aún en silencio, el resto de los presentes observaban a Zeus con cierto recelo en la mirada, ¿a qué dios no le ofendía el ser silenciado? Finalmente, Hera aclaró su garganta y habló:
            -Comencemos con la Asamblea pues –dijo mientras tomaba asiento e indicaba al resto con un leve movimiento de cabeza que hicieran lo mismo.
            Una vez todos se hubieron sentado, Dioniso chasqueó los dedos, apareciendo un instante después 6 bellas ninfas vestidas con largas túnicas rosadas de una muy ligera tela que rápidamente entregaron copas de vio y ambrosía a todos los dioses. Cuando estas salieron de la sala Apolo dio dos rápidas y secas palmadas que dieron comienzo a una suave música procedente de ninguna parte en concreto, que establecía una reconfortante calma en el salón pero permitía sin problema alguna la conversación.
            -Está bien –comenzó Zeus-, todos sabemos cual es el primer punto a tratar. ¿Hera? –el dios dio entrada a su esposa con un leve asentimiento de cabeza.
            -Dioses –Hera dio comienzo a su discurso a la par que se ponía en pie-, como todos sabéis, los Gigantes han despertado, y nuestro hogar está en peligro. No se detendrán hasta haber arrasado el Olimpo y no temen nada, pues nada que perder tienen. Nuestra única esperanza es combatir hasta el último aliento, convocar a todos los dioses, ninfas y seres que puedan luchar por nuestra causa, antes de que los Gigantes destruyan todo lo que tenemos. Jamás perdonaremos a Gea su afrenta hacia nosotros y, si vencimos a los Titanes, seremos capaces de enfrentarnos a todo.
            Cuando Hera finalizó su pequeño discurso los dioses estallaron en vítores y aplausos, exceptuando a Zeus, quien tomó lugar junto a su esposa y alzó la mano para acallar los gritos.
            -Mi esposa está en lo cierto –admitió el dios-. Vencimos a los Titanes y venceremos a los Gigantes cueste lo que cueste.
            -Pero padre –dijo Atenea repentinamente-, el oráculo anunció que los Gigantes no pueden morir a manos de un dios –su voz sonaba firme pero tenía un deje de preocupación.
            -¿Entonces quién podría acabar con sus vidas? –preguntó Poseidón con sorna-. ¿Acaso creéis que los mortales pueden vencerles? Ni aunque fuera un solo Gigante podrían matarlo, y menos sabiendo que los Gigantes tienen el apoyo de Gea.
            -Maldita Gea –espetó con furia Ares.
            -Sí, maldita ella y maldito ese brebaje que creó –añadió Hades con el rostro ensombrecido-. Si los Gigantes lo encuentran será imposible del todo vencerlos –dijo casi gritando.
            -¿Brebaje? –preguntaron Afrodita y Hefesto a la vez, hecho por el cual se miraron con odio y recelo. El resto de dioses los miraron y reinó el silencio.
            -¡Basta! –gritó Zeus enojado-. Vosotros dos –señaló a Hefesto y Afrodita-, no comencéis una guerra sobre engaños en este momento. Dejad las infidelidades en el pasado.
            -Él es el que más sabe sobre ello sin duda –susurró Artemisa con humor al oído de su hermano Apolo.
            -¡Artemisa! –la reprendió este, a lo que ella respondió rodando los ojos y encogiéndose de hombros.
            -He dicho basta –repitió Zeus enviando una mirada de advertencia a la diosa-. He puesto fin al problema del brebaje. Nada puede hacer inmortales a los Gigantes ahora –aclaró con más calma en su voz.
            -¿Cómo? –dijo Hermes, quien hasta entonces había permanecido en silencio.
            -Con la ayuda de Helios, Selene y Eos –contestó Zeus-. Ya solo necesitamos encontrar un mortal capaz de derrotar a los Gigantes, y deprisa, antes de que consigan llegar al Olimpo.
            -¿Un mortal? ¿Te has vuelto loco? Ningún mortal tiene la fuerza necesaria para enfrentarse a ellos –dijo Ares sonando enojado.
            -Ni la fuerza ni el valor –añadió Atenea.
            -Cierto, un simple mortal no vencerá a semejantes oponentes –admitió Poseidón-. Y los Gigantes no pueden morir a manos de un dios –caviló en voz alta-. Pero nadie dijo nada de un semidios –sentenció con una ligera sonrisa asomando entre sus labios.
            -Buen pensamiento, hermano –asintió Hades.
            -¿Un semidios? –preguntó Afrodita con interés-. ¿Cómo quién?
            -Nauplio, Hipotoonte, Pelias y Neleo son hijos míos –dijo Poseidón-, y, por tanto semidioses –sentenció con calma.
            -Tienes suerte de que Anfítrite no se encuentre en la sala o sufriría un desmayo –bromeó Dioniso a sabiendas del débil y frágil carácter de la diosa.
            -No mentes a mi esposa –dijo Poseidón con un deje amenazante en su voz.
            -No nos desviemos del tema –interrumpió Atenea tratando de evitar un enfrentamiento-. Tus hijos no son lo suficientemente fuertes –dijo sin malas intenciones mirando a Poseidón.
            -¿Entonces? –preguntó Hermes con preocupación.
            -Zeus –dijo Hades como toda respuesta, por lo que todos excepto Hera dirigieron al mentado miradas interrogantes.
            -Heracles –resolvió Hera aún sin levantar la vista y destilando un profundo odio en su voz.
            -Sí, él podría vencer a los Gigantes –dijo Atenea.
            -Y serás tú quien le de aviso de lo que debe hacer –informó Zeus a la diosa-. Parte ya, hija. Con premura.
            -Como desees –asintió ella, saliendo un instante después por la puerta.
            Cuando la puerta se cerró, el silencio reinaba en el salón. Los once dioses que allí había permanecían sentados, con una mirada seria en el rostro mientras cavilaban interiormente sobre la guerra que pronto tendrían encima.
            -Solucionado esto pues –Zeus rompió el silencio-, pasemos a temas de menor importancia.
            -Claro –contestaron a su vez los demás tomando posturas más cómodas en sus tronos.
            -Tengo entendido que tenemos a una ninfa transformada en osa por designio de nuestra intrépida Artemisa –dejó caer Hades con una sonrisa pícara en su rostro, sabiendo que sus palabras habían sido la llave para abrir la puerta a un nuevo enfrentamiento.
            -Cierto –dijo Hera con una punzada de dolor y resentimiento en la voz-. Una desgracia para otra de las amantes de mi esposo, como no.
            Y tras estas palabras se desató el caos. Pero nadie le dio mayor importancia. Siempre surgían problemas cuando se mentaban a las amantes de Zeus y sus bastardos, esto solo sería uno más a añadir a la larga lista de engaños del dios.

miércoles, 18 de julio de 2012

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Hola bloggeros!!!
Hoy hago un aparte a los relatos para subir unas fotitos de una gatita que hemos encontrado mi hermano y yo. No se si podré convencer a mi madre para quedárnosla, si no supongo que se la daré a una vecina mía que tiene un par de gatos y supongo que no le importará quedarse con ella. Pues nada, tonterías mías, pero la gata es más bonita que nada jaja 
Os dejo unas fotos ;) Bye!!





miércoles, 11 de julio de 2012

4. Seis besos para un "Te quiero"

¡¡Buenos días bloggeros!! =)
Hoy no tengo mucho que decir, solo que aquí os dejo otro relato de "Historias de un caserón victoriano".
Espero que os guste =D
¡Besos!

4. Seis Besos para un "Te Quiero"

El ligero pero insistente tintineo de una campanilla llegó a los oídos de Selina.
-¿Y ahora qué precisa mi arrogante hermana? –preguntó rodando sus ojos.
-Lo ignoro señorita, pero será mejor que vaya a averiguarlo –dijo Felicia levantándose con avidez para después salir de la habitación y entrar en la estancia de enfrente.
Selina permaneció en silencio, tratando de averiguar con qué estupidez molestaba su hermana de nuevo a las doncellas. Mientras centraba su atención en lo que ocurría al otro lado del pasillo, no se percató de la presencia de alguien más en su habitación hasta que unos brazos, claramente masculinos, rodearon sus hombros y una mano tapó su boca. Un grito ahogado trató de escapar de su garganta, hasta que la risa jovial y alegre de alguien que bien conocía llegó a sus oídos. Ella se giró rápidamente y miró con el ceño fruncido el rostro de su supuesto agresor.
-¡Dick! ¿Cómo se te ocurre? ¡Me has asustado! –gritó ella realmente molesta golpeando el pecho del joven.
-Vale, vale. Cálmate –trató de frenarla él mientras sujetaba sus brazos-. Lo siento, de verdad. Solo era una broma –insistió con una mirada de verdadero arrepentimiento.
-Pues malditas sean tus bromas –dijo Selina con una mezcla de enfado y frustración en su voz-. ¿Pretendías que muriera de un paro cardíaco?
-Eso –se detuvo para enfatizar-, es lo último que quiero. Te lo aseguro –añadió envolviendo sus brazos alrededor de una enfadada Selina.
-De acuerdo –aceptó ella mientras su enfado se disipaba ligeramente-. Pero jamás, y repito, jamás, hagas eso de nuevo –casi gritó presionándose contra el pecho de él.
-Prometido –aseguró él con calma presionando sus labios en la frente de ella.
Selina se relajó en los brazos de Richard, olvidado casi por completo su enfado ante la cercanía de él.
-Pero, ¿qué estás haciendo aquí? –preguntó repentinamente desenvolviéndose de sus brazos.
-¿Tan pocas ganas tienes de verme, preciosa? –preguntó Richard tratando de parecer indignado.
-Sabes que no es eso –respondió Selina retorciendo uno de sus rizos castaños entre sus dedos-. Si alguien te ve aquí vamos a tener problemas, y graves.
-Tus padres acaban de partir en la calesa y tu hermana nunca se acerca a tu habitación, tú misma me lo has dicho cientos de veces –dijo con despreocupación mientras rodeaba con sus brazos a Selina y depositaba un suave beso en los labios.
-Dick, para –le interrumpió ella, aunque con desgana, tratando de mantener la mente clara y no dejarse llevar por la dulzura de los besos de él.
-Vamos, Sel –trató de convencerla llamándola con aquel apelativo cariñoso que para Selina sonaba a gloria en los labios de su amado-, tus padres se han ido, tus hermanos no saldrán de sus habitaciones en toda la tarde y el servicio come de la palma de tu mano –remarcó esto último con una sonrisa pícara.
-De acuerdo, pero salgamos de aquí –se rindió ella depositando un ligero beso en los labios de él-. Mantente en silencio y sígueme por los pasillos. No puede vernos nadie.
Él tan solo asintió, manteniendo sus labios cerrados y pinzados con sus manos. El gesto hizo reír a la joven. Recorrieron los pasillos en silencio, Selina andando delante, tratando de parecer natural en el caso de encontrarse con alguien para después indicar a Richard que continuase si no se topaban con nadie. Escasos minutos después se encontraban en el gran jardín trasero, sentados en un pequeño claro rodeado de rosales que se encontraba en las proximidades al pequeño bosque colindante.
-Te he echado de menos –suspiró ella recostándose en el regazo del joven.
-Yo también –respondió este a su vez inclinándose hasta depositar un ligero beso en los labios de Selina.
-¿Qué tal tu primera semana de trabajo? –preguntó ella con curiosidad.
-Considerablemente bien. Tu padre es agradable, tu madre sin embargo es más difícil de complacer, pero en pocas ocasiones merodea por los jardines –explicó él con voz suave-. Lo mejor es tenerte tan cerca, pero también es lo peor. Echo en falta tu compañía sabiéndote tan cerca.
Selina se incorporó del regazo de Richard, pasando una de sus delicadas manos por el rostro del joven, deteniéndose en la comisura de sus labios con una sonrisa juguetona en el rostro, viendo como los ojos de él se cerraban y una tenue sonrisa se dibujaba en sus facciones.
-No sabes lo mucho que te quiero –dijo ella de repente, casi sin pensarlo. Lo que causo en el una reacción de sorpresa y nerviosismo a partes iguales-. No digas nada, lo sé –añadió ella poniendo dos dedos sobre los labios del chico.
Él sonrió como toda respuesta y tomó la mano de la joven, besando uno a uno sus dedos, para después seguir por su muñeca, subiendo lentamente por su brazo hasta depositar un beso en la base de su cuello. Ella se mantenía quieta, hasta que, en el último beso, un suspiro escapó de sus labios. Abrió los ojos lentamente y se acercó a Richard, recostándose en sus brazos tras depositar un beso en los labios de este.
-¡Selina! –una voz sonó de repente, por lo que se separaron con premura.
-Quédate aquí –gesticuló ella sin que ningún sonido escapara de sus labios, a lo que él asintió.
-¡Selina! –se oyó de nuevo, esta vez más cerca.
-¡Ya voy! –gritó ella en respuesta saliendo precipitadamente de entre los rosales y alejándose de allí.
Richard mientras tanto permaneció sentado, deslizando su dedo a lo largo de su labio inferior, pensando. Hacia solo tres semanas que se había topado con Selina bajo aquella encima. Sin duda había sido lo mejor que podía haber ocurrido en su vida, pensó mientras una sonrisa se formaba en sus labios. Aquella delicada muchacha le había robado el corazón con sus ojos claros y su sonrisa tímida pero radiante. Semanas atrás habría estallado en una estrepitosa carcajada si cualquiera le hubiera dicho que acabaría loco y anhelante por los labios de una señorita de buena posición, sin embargo ahora no imaginaba el tener que alejarse de ella.
-Dick –la voz de ella lo sacó de sus pensamientos-. Lo siento, tengo que irme. William ha empeorado y mis padres no están en casa. He mandado buscar al médico –la voz de ella salía precipitada y angustiada de su garganta. Él se levantó rápidamente y la acomodó entre sus brazos.
-Está bien, tranquila –dijo tratando de calmarla-. William se repondrá. No llores –añadió al ver que una pequeña lágrima corría por el rostro de la joven, y la atrajo más hacia sí.
Ella se dejó arrastrar y ocultó su rostro en el pecho de él, dejando que su aroma a flores y tierra mojada inundara sus sentidos y la relajara. Lentamente, levantó la cabeza, se separó ligeramente de él y lo besó unos instantes casi de forma desesperada, descansando sus brazos sobre el cuello de él.
-Tengo que irme –dijo ella con su frente apoyada sobre los labios de él-. Más tarde nos veremos, lo prometo. Saldremos a dar un paseo por el límite del bosque. ¿Está bien? –preguntó tratando de mantener su preocupación fuera. Él asintió ante su pregunta y la besó de nuevo, lentamente.
-Hasta luego –dijo ella ya alejándose de él, pero el brazo de él, y la intensa mirada que le dirigía se lo impedían. Le miró con cierta confusión en sus ojos.
-Te quiero –dijo el simplemente y después bajó su brazo.
Una sonrisa se formó en los labios de la joven mientras sus mejillas se ruborizaban. “Me quiere”, pensó con alegría mientras se alejaba de allí. Su propia voz interna le respondió. Claro que te quiere. Solo necesitaba tiempo para apreciarlo él mismo. Y mientras tanto ella volvió hacia el gran caserón, donde un ligero alboroto general la esperaba para ser calmado.

lunes, 9 de julio de 2012

Doppelgänger

Buenas fantástica gentecilla de blogger =)
Hoy no traigo relato ni nada de eso, traigo algo mucho mejor: la nueva historia de una fantástica escritora y terriblemente amable bloggera: KASHMIR COBIÁN 
La cosa es que está escribiendo Doppelgänger, historia que a mí me ha parecido muy original y que me ha dejado con ganas de más. 
Y como hoy tenido un día muy alegre (para información pública -aunque no creo que interese mucho, la verdad xD- el de ayer fue HORRIBLE, entonces el buen día que ha sido hoy lo disfruto el triple jaja), pues eso como hoy he tenido un día bastante bueno y alegre, que ha mejorado al leer el primer capítulo de la historia *-* pues he creído que estaría muy pero que muy bien dedicarle una entrada y un gadget bastante visible en la columna de la derecha ;) ---------------------------------------------> (por ahí debe andar)
Poco más tengo que decir people de este mundo, solo que estoy trabajando en otro relato de "Historias de un caserón victoriano" y el relato mitológico de Zeus y compañía (que ya va tomando forma, POR FIN jaja)
Un beso enorme a todos ;)

viernes, 6 de julio de 2012

A contra reloj


Hey, bloggeros! ¿Qué tal os van las vacaciones? =D
Hoy os tengo listo un capítulo nuevo de "Besos de rubí", que ya casi tenía terminado y en un rato hoy me he dicho: "Vamos a ello!!" Así que aquí os lo dejo =)
Y (sobre todo dirigido a Kashmir ;D) el relato mitológico en el que estoy trabajando.... digamos que está casi terminado, la pega es que lo he leído y me han dado ganas de estrangularme a mí misma. En serio, terrible. Lo he enfocado de una manera... curiosa, que en sí me gusta, pero más que una historia parece una clase de mitología y, aunque a mí la mitología me encanta y no me harto de leer cosas sobre ella, no tengo intención de dedicarme a dar clases de mitología griega por blogger jaja Así que voy a empezarlo de nuevo y voy a tratar que sea más llevadero, que englobe un poco a todos los dioses y se pueda explicar un poco la relación entre ellos y más o menos cómo es cada uno. Me llevará un tiempo resolver cómo plasmar de forma entretenida todo lo que he aprendido en estos días leyendo sobre mitología, pero yo no me rindo, ya conseguiré resolver eso xD
Pues no me enrollo más, un beso y bye ;)


Capítulo 2: A contra reloj

Cassandra estaba impaciente, miraba su reloj cada escasos segundos, maldiciendo interiormente a la persona o cosa que había hecho que su avión se retrasase más de una hora, Según su plan inicial, y si los horarios del avión fuesen como debía, llegaría a Florencia con el tiempo justo para subir a la suite de su hotel, acicalarse y ponerse un atuendo más formas, antes de dirigirse rápidamente a la reunión con aquel rico e inteligente hombre al que sus jefes se habían propuesto convertir en inversor. Con el fastidioso retraso del vuelo tendría que llegar tarde por fuerza, pues no estaba dispuesta a encontrarse con aquel hombre antes de ducharse y cambiarse de ropa.
Llevaba demasiado tiempo sentada en aquel sillón de primera clase, o por lo menos demasiado para lo que ella podía resistir, y aún tenía que soportar otras cuatro horas a que llegara el ansiado aterrizaje. La joven se levantó de su asiento estirando sus largas y entumecidas piernas y puso rumbo al aseo con la intención de refrescarse la cara. Lo cierto era que había estado durmiendo durante las casi seis horas que llevaban de viaje, puesto que el entretenimiento no abundaba por allí y las lascivas miradas de algunos jóvenes y galantes empresarios que trataban de seducirla con una insinuante sonrisa la incomodaban enormemente. Cuando volvió del lavabo, una bonita azafata de pelo corto rubio y mirada verde intensa aguardaba cerca de su asiento con una bandeja donde reposaba un cocktail de tonos rojizos y anaranjados adornado con una rodaja de naranja y una guinda.
-Señorita Diamantidis, aquel caballero me ha pedido que le traiga este cocktail de su parte –dijo la azafata con una inocente sonrisa.
-Muchas gracias –dijo ella respondiendo a su vez con otra sonrisa pero sin coger la copa-, pero dígale al caballero que cuando desee tomar un cocktail seré yo misma quien lo pida. Pero gracias de todos modos.
 Cassandra observó a la azafata mientras se iba con pies ligeros, para después acercarse al que debía ser el hombre que quiso invitarla a una copa. Cuando la azafata le transmitió el mensaje de la chica, o al menos eso creía Cassandra que hacía, el hombre tomo la bebida, dio un trago, saboreando el sabor afrutado del cocktail, y le dedicó una sonrisa con descaro. Aquello crispó a Cassandra, quien, con un brusco movimiento, volvió la cara hacia la ventanilla del avión y decidió que no estaría mal volver a resguardarse entre los brazos de Morfeo.

Cassandra despertó apenas media hora antes de que el avión, al fin, llegara a Florencia. Repasó en su cabeza una y otra vez lo que sus jefes le habían repetido hasta la saciedad que hiciera: aquel mismo día se reuniría con Domenico Di Gennaro, para tantear el terreno e interesarle en la oferta de sus jefes y trataría que aceptara otra reunión. Si conseguía esto sus jefes llegarían a Florencia dos días después y expondrían detalladamente todo lo que llevaban meses pensando para atraer al codiciado empresario italiano y, si conseguían convencerlo del éxito de sus ideas, cosa en la que pretendían que Cassandra ayudara de forma algo extra-profesional, tendrían un buen negocio entre manos.
Saturada y distraída entre aquellos pensamientos se encontraba Cassandra cuando, inexplicablemente, mientras caminaba todo lo rápido que podía para recoger su maleta, sus altos tacones se enredaron, haciéndole perder el equilibrio y precipitarse hacia el grisáceo suelo del aeropuerto. Pero medio metro antes de caer y sufrir uno de los mayores bochornos de su vida, se vio envuelta en los brazos firmes de un hombre alto y vestido de traje.
-¿Se encuentra bien? –preguntó este con un matiz de preocupación en la voz.
-Sí, perfectamente –contestó ella con las mejillas encendidas liberándose de los brazos del hombre con premura-. Gracias por la ayuda –añadió aún sin mirarle mientras escapaba de allí con la intención de coger su maleta y desaparecer lo antes posible, algo que el hombre no parecía que fuera a permitirle.
-No hay que darlas, señorita… ¿Cómo se llama? –preguntó con un ligero tono pícaro.
-Disculpa mis modales, pero ni te voy a dar mi nombre ni creo que de verdad te interese. Ahora tengo muchas cosas que hacer y nada de tiempo para fingir que me interesa conversar contigo –Cassandra fue directa y, una vez más, su sinceridad se abrió camino antes que las normas mínimas de cortesía que su trabajo le había enseñado-. Gracias de nuevo –y en aquel instante se giro para observar el rostro de su interlocutor quien, para su sorpresa, era el mismo que había tratado de invitarla a un cocktail-, y adiós –añadió aún más molesta.
Y tras esto, y arrastrando su maleta beige tras ella, salió del aeropuerto como alma que lleva el diablo, se subió en un taxi y puso rumbo a su hotel.

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            Domenico sonrió ante la precipitada huída de aquella pelirroja. Tenía carácter, eso nadie podía dudarlo y era bella como ninguna. Sus chispeantes y profundos ojos lapislázuli eran desafiantes, lo que para Domenico denotaba un fuerte carácter que encerrada a una mujer apasionada y de buen corazón incomparable a ninguna otra. Desde luego, aquellos economistas neoyorkinos tenían verdadero interés en atraer su atención, pues mandando a semejante mujer a convencerle, casi podía empezar a plantearse el comenzar a hablar de negocios.
            Recogió su maleta con parsimonia y salió de allí con total tranquilidad mientras una sonrisa divertida se dibujaba en su rostro. Allí estaba ella, entregando su maleta a un taxista para después introducirse ella en la parte trasera del vehículo, con un movimiento que estaba seguro ella no advertía lo sensual que podía llegar a ser. Acto seguido él se dirigió hacia el coche negro que esperaba para recogerlo. No la molestaría más, no por el momento, pues en una escasa hora se encontraría con ella en un acogedor restaurante cercano al hotel donde ella se alojaba, y disfrutaría sacando a la luz el fuerte temperamento de semejante mujer.

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            El trayecto hasta su hotel no fue especialmente largo, pero a Cassandra le pareció eterno. Tenía algo más de media hora para ducharse y arreglarse, algo que la desesperó. Nunca resultó ser una de esas mujeres que gastan horas y horas frente al espejo, pero, incluso ella, necesitaba más de media hora para prepararse para aquella reunión.
            -Vamos, vamos –dijo sin darse cuenta tratando de meterse prisa a sí misma mientras introducía la tarjeta de su habitación en la ranura-. ¡Maldita sea! –exclamó cuando, al entrar precipitadamente, se tropezó con su maleta y estuvo a punto de caer-. Está bien. Recuerda lo que decía la abuela: las prisas no son buenas compañeras –se dijo a sí misma cerrando los ojos unos instantes.
Tras esto se puso en movimiento a toda prisa. Cerró la puerta de la habitación con un movimiento de cadera, arrojó su equipaje a un sillón que allí había y fue al baño a toda prisa, dejando un rastro de prendas de ropa hasta la ducha. El tiempo corría en su contra, pero encontraría la manera de llegar a la reunión, y arreglada para ello, fuera como fuera.