+Entonces…
¿has encontrado ya a tu príncipe azul, pequeña? –la voz divertida y descarada
de él le sacó una sonrisa sarcástica a la vez que rodaba los ojos.
-¿Príncipe
azul? Siempre he creído que ese concepto está sobrevalorado. Y generalizado
como el amor ideal de toda chica. Y se equivocan, por supuesto –respondió ella
orgullosa, alejándose unos pasos.
+¿Se
equivocan?
-No
todas queremos que nos traten como a una figurita de cristal. Ni todas buscamos
a esa idealizada imagen de ángel de rizos rubios y ojos claros como el cielo. Y
Las palabras de amor susurradas una y otra vez al oído no son siempre tan
deseadas como se quiere creer, porque lo poco gusta y lo mucho cansa –apuntó en
tono afilado.
+Buen
punto –le consintió él-. Pero, a pesar de todo, siempre ganarán los tipos
guapos, ¿no?
Ella
se aproximó con una sonrisa socarrona en los labios.
-A
cualquiera le atrae un tipo guapo –aceptó ella-. Pero no todos lo tipos guapos
enamoran –añadió en un susurro y se retiró de nuevo un par de pasos dándole la
espalda.
+Siempre
se dice eso en la teoría. Sería fascinante verlo en práctica –dijo él con un
deje de desafío.
-Lo
sería, ¿verdad?
Él
se limitó a asentir sin perder la sonrisa.
-A
veces tan solo necesitas a alguien que sacuda tu mundo y te haga temblar de
pies a cabeza. Alguien que rompa los esquemas y sea capaz de decirte lo
horrible que estás un domingo por la mañana.
+A
todas os gusta escuchar piropos, eso no puedes negarlo.
-¿A
quién no le gusta un piropo? Pero eso no quiere decir que dos de cada tres
palabras tengan que serlo –se sentó en el desvencijado columpio y cruzó las
piernas.
+No
me creo que quisieras escuchar lo horrible que estás un domingo por la mañana.
De verdad que no me lo creo.
-Puede
que escuchar un “estás horrible” un domingo al despertarme no sea algo que me
gustaría –le dio la razón-. Pero tampoco querría oír a todas horas que estoy
preciosa. Sería una mentira, y muy descarada, además.
+¿Entonces
que te gustaría escuchar? –se sentó a su lado, interesado esta vez por la
respuesta.
Ella
levantó la vista al cielo amoratado, perdiéndose en los tonos de las nubes.
-Querría
que me sacasen una carcajada al despertar burlándose de mi pelo alborotado y mi
cara adormecida, que se sorprendiera y dijera sinceramente lo bonita que estoy
cuando me arregle, que discuta y me contradiga cuando no lleve la razón, pero
sin perder la sonrisa… -la última frase quedó en un susurró hacia el infinito,
al igual que la mirada soñadora de ella.
Él
la observaba con cierta fascinación.
-No
quiero al chico malo de la película, pero sí al rebelde y despreocupado. Al que
te saca de tus casillas, que se ríe de tu gesto de enfado y te da un beso en
los labios para hacerte callar. El que no se pasa el día tratando de estar
contigo, que vive la vida, te saca de fiesta pero también adora las noches de
película y palomitas. El que te hace levantarte entre sábanas arrugadas y no se
molesta en hacer la cama, que te lleva en volandas a la cocina y te pringa la
nariz con mantequilla mientras preparas unas tostadas –se paró para tomar
aliento-. No quiero al chico perfecto, quiero a un chico con tantas
imperfecciones que tenga que aprender a enamorarme de cada una de ellas, y que
se enamore de las mías.
+Todo
eso suena bastante perfecto.
-No
lo es, en absoluto, pero sería una perfecta imperfección para mí –un suspiro
escapa de sus labios.
+Puede
que lo fuera también para mí –el susurro que era su voz apenas llegó a los
oídos de ella.
Bajó
la cabeza, que había mantenido hacia el cielo mientras hablaba, y lo miró con
los ojos brillantes. Él se le acercó unos escasos centímetros.
-No…
-pero los labios de él le impidieron continuar-. ¿Qué..? –trató de preguntar
confundida.
+Cállate
–su sonrisa burlona era radiante en su rostro-. Y ahora vamos a hacer realidad
esa perfecta imperfección tuya.
En
un rápido movimiento la levantó en volandas y la sentó en su regazo. La risa de
ella sonaba casi infantil.
+No
soy tu príncipe azul, ¿verdad?
-Claro
que no –contestó ella entre risas-. Los príncipes azules son demasiado
perfectos, con su pelo y ojos claros. El pelo oscuro y ojos negros están
reservados para los rebeldes imperfectos. Y teniendo a uno de ellos, ¿quién
quiere un príncipe azul? –y de nuevo él la calló con un besó.
Noooaaaaaa, volviste... Al fin ^^ (aunque sea una entrada c':). Me encantó el texto, y me sentí muy identificada con la chica: yo no busco un príncipe, quiero a alguien que me haga reír por sobre todas las cosas...
ResponderEliminar¿Sabes? AMÉ este relato ^^. Me encantó, está genial... Todo hermoso :'). Quedé sin palabras!!!
Un besito, preciosa❤ y vuelve pronto que te extraño ))):::