Ya no negaré
mi culpa, ya no me agazaparé tras mi grueso escudo de indiferencia fingiendo
que lo que hay a mi alrededor no me afecta interiormente. Pero nunca cargaré con
el peso de las acciones de otros, porque ya pesan bastantes las mías propias, y
nunca dejaré que se me acuse de todas aquellas cosas que se me adjudicaron por
estar al margen de todo y todos. Porque a pesar de ser una extraña en mi propio
mundo, de vivir alejada de la realidad de los demás, aun así, seguía siendo el
centro de todo. Si me dañé más a mí misma que al resto, si me hirieron más que a
nadie, si todo mi perfecto y bien estructurado castillo de naipes se derrumbó
porque las bases se esfumaron… ¿qué esperaban que ocurriera? Cuando todo en la
vida se te da con un mero chasquido de dedos, una sonrisa coqueta o la cantidad
justa sacada de una cartera más cara que la casa de aquel pobre, pero aun así
alegre, chico de la tienda de la esquina del barrio más humilde de la ciudad,
¿en qué pensaban que podría convertirme?
Había
vivido del odio y el dinero tanto tiempo que cualquier otra existencia parecía
vacía y carente de sentido, cuando era la mía propia la que debería exterminarse
para no generar personas como las que éramos mis seres cercanos y yo. Y es que
cuando la suerte se acaba, o un inteligente inspector, demasiado joven e
intrépido para ser consciente de que debe temer a los poderosos, se mete de por
medio, el sendero que parecía que seguiría siempre igual, recto, sin
perturbaciones en el camino, toma un brusco giro de 180 grados y te deja tirado
sobre el asfalto con poco más que un armario lleno de ropa de diseño a la que
te aferrarse por la vida perdida y montones de maquillaje con los que ocultar
las ojeras causadas por esas horas de sueño faltantes que han sido sustituidas
por largas horas de llanto. Pero no todo queda ahí, no, porque todos hemos sido
siempre conscientes de cuál era el pegamento de nuestras muchas relaciones,
pero cuando éste se va… no queda nada de aquello de un día llamamos, muy erróneamente,
amistad.
Pero la
sencillez nunca fue para mí, y me negaría una y mil veces a agachar las orejas
y esconder el rabo entre las piernas ante mis antiguos compañeros de fiestas o
ante aquellos pobres desgraciados de los que nos reíamos día tras día cuando mi
vida estaba en pleno apogeo.
Al fin y al
cabo, asumo mi culpa, admitiré que hice tanto mal que yo misma no me perdonaría
si no siguiera siendo una estúpida narcisista con complejo de princesa, pero no
aceptaré que yo misma forjé mi forma de ser. Y es que, me llamaron La Reina de
Hielo, pero nadie quiso darse cuenta de que el hielo se derrite cuando hay
calor a su alrededor.
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¡Buenas! Solo decir que este relato se me ha ocurrido por algo que leí hace ya tiempo, aunque no era exactamente así la historia, de hecho tenía un final muy bonito, pero me ha dado por irme por la parte "negativa" de lo que podría haber ocurrido xD El caso, que estaba dándole vueltas a eso que leí y se me ocurrió porque sí escribir esto, a ver si en breves puedo subir BR, que me queda la mitad del capítulo, más o menos.
Saludos♥
AINOHA XD ESTOY AQUI :D JAJA
ResponderEliminarTengo que decirte que siempre me ha encantado tu forma de escribir :3 Y pues e.e me estoy preguntando cuando rayos va a ver capitulo de besos de rubi! LO EXIJO JAJA A lo mejor ya publicaste y yo ni me he dado cuenta e.e haha me fijaré!
El último que subi fue el 16, si no recuerdo mal, mira un par de entradas abajo. De todos modos, esta semana que entra creo que lo terminaré, que estos días la fiebre no me dejaba pensar algo decente que escribir.
EliminarBesos Vi!!! :D