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jueves, 17 de mayo de 2012

Noticias + dos relatos

Hola Bloggeros!!! Sabéis qué??!!!! Sí!!! Ya he terminado las clases (excepto algún día suelto que tenga que ir, pero eso no cuenta ;) ) y estaría genial decir algo así como "y ahora puedo dedicarme todo el tiempo a pensar historias y blablabla" pero NO!!! tengo que estudiar muuuuuucho (todo el temario del curso xD) porque los días 11, 12 y 13 de Junio tengo que hacer los exámenes de PAEG (selectividad). Genial como veis eeh?? Así que nada, antes de desaparecer del mundo blogger hasta que termine definitivamente (que ganas de que llegue ese momento *.*), dejo por aquí un relatillo que escribí hace unos días (cuando debería de haber estado estudiando biología, por cierto jaja). Y nada, es un poco... no sé. A mí me parece ¿raro? Ni idea xD (Como molo, ni yo misma se definir mis relatos jajaja) Ah!!! Pero a falta de uno dos!! Porque ojeando entre los papeles mientras ordenaba los apuntes, no se como, pero me he encontrado con una cosilla que escribí ya hace algunos años y me ha entrado la nostalgia y la verdad que para ser de hace ya tiempo me parece bonita jajaja Pues nada, os dejo aquí todo (que hoy la entrada va a ser larguilla ;) ) y me gustaría que del segundo relato (el que me encontré entre los apuntes, sí jaja) hagáis una interpretación propia y lo escribáis en un comentario, que no tengo muy claro que es lo que quise expresar en ese momento, porque la verdad que seguro que es bien distinto de lo que me inspira ahora al leerlo. 
Un beso enorme y deseadme suerte con todo lo que tengo que estudiar!!!!!!!!!! >.<

El Frío

Los ojos de aquel extraño me siguen por las angostas calles, que están ya completamente vacías a estas horas, a excepción de aquel hombre y yo, por supuesto. La noche caía sobre las calles aplastante, tenebrosa. Pero no era la oscuridad, o las fantasiosas historias y leyendas sobre monstruos nocturnos que los aldeanos contaban, lo que me hacía temblar. Era El Frío, ese frío, ese que se calaba en mis huesos cada vez que tenía un mal presentimiento, cada vez que algo malo estaba por ocurrir. Era ese frío siniestro y sobrenatural el que hacía a mi mandíbula moverse descontroladamente.
El extraño aceleró el paso, así que lo mismo hice yo, esperando profundamente no tener que comenzar a correr, pues la pesada y abultada tela de mi vestido dificultaría sin duda mi huida. Odiaba esos vestidos tanto como los adoraba. Sabía que me veía muy bonita en ellos, que concordaban con mi rostro, mi cabello, mi figura, conmigo por entero. Pero eran tan pesados... tan molestos... que más de una vez deseé coger prestados unos pantalones de la alcoba de mi hermano. Mi hermano, mi querido Robert. La última vez que pude resguardarme entre sus cálidos brazos fue también la última que sentí  El Frío apoderándose de mí como ahora, con la misma intensidad. Y claro que algo malo ocurrió, la mayor de las desgracias: mi hermano murió, lejos de mí, sin que pudiera recordarle que lo quería más que a nadie en este mundo.
El Frío, ese maldito frío, comenzó aquella tarde, cuando estaba abrazada a él mientras me relataba una de las tantas historias que escribía. Porque Robert tenía un don para la escritura, pero tan solo yo en nuestra familia sabía apreciarlo. Madre llegó preparada para salir, me tomó del brazo, rodeando después mis hombros con una capa y me informó de que iríamos a la ciudad a encargar unos vestidos para el próximo enlace de mi hermana. Pero no se produjo tal enlace, y mis vestidos nuevos aguardaron apolillados en un viejo arcón esperando para cumplir un cometido que nunca tuvieron oportunidad de hacer. Fue en la tienda, cuando la costurera estaba tomando medidas de mi cintura, cuando El Frío me golpeó, apoderándose de mí rápida y dolorosamente, haciéndome estremecerme en la descolorida alfombra de la tienda, sacando incluso una lágrima de mis ojos. Algo malo había pasado, lo sabía, ¡yo lo sabía! Pero madre no me permitió salir de allí hasta que todas las medidas estuvieron tomadas, y todas las telas elegidas. 
Madre siempre fue tan dura, tan estricta, tan fría... que en algunas ocasiones deseé que El Frío se apoderara una última vez de mí, tan solo para anunciar su muerte. Y es que hay algo que jamás negaría que pienso: hubiera preferido millones de veces antes que fuera mi distante madre la que se hubiera marchado de mi lado, a que fuera mi cálido hermano quien se apartara de mi lado.
Aquel día, cuando la noche comenzaba a envolver el lugar con su manto moteado de estrellas, nos informaron de que el coche donde viajaban Robert y el prometido de mi hermana, había caído por un barranco de regreso a casa. Todos lloraron la trágica noticia, durante días y semanas. Pero siempre creí, y creeré, que nunca han existido lágrimas más falsas que las que derramaron mis familiares durante aquel tiempo. Yo no lloré, ni una lágrima escapó de mis ojos, porque era tal el dolor, el abatimiento, que mi mente se bloqueó por años, encerrada en sí misma durante lo que pareció una eternidad. No más viajes a la ciudad, no más eventos, no más sonrisas, no más yo. Mi madre volcó toda su atención en mi "dolida" hermana. En realidad nunca creí que amara a su prometido, y ni siquiera tenía buena relación con Robert. Mientras tanto, padre ahogó sus penas en caras botellas de licor y se mantuvo ajeno al mundo. Padre sí quería a Robert, o al menos eso es lo que pienso, no se si más por el hecho de ser su primogénito o por simplemente ser Robert, pero lo quería, y eso ya era un consuelo para mí. En cuanto a mí, todos decían preocuparse, todos trataban de hacerme reaccionar, pero nadie me abrazó, nadie besó mi mejilla o acarició mi pelo mientras decía que todo se solucionaría. No, nadie hizo eso, porque siempre fue Robert quien curó mis heridas, secó mis lágrimas y besó mi cabeza, pero él ya no estaba, ya nadie en aquella casa volvería a preocuparse por mí.
Pero eso solo lo comprendí años después, cuando la enajenación se escurrió de mí como una sábana de seda, y fue entonces cuando huí de aquel lugar de falso cariño y falsas sonrisas. Hace exactamente dos días, a medianoche, justo como ahora indica el reloj de la plaza, abandoné el lugar al que siempre llamé hogar. Y ahora el extraño se acerca a mí, y El Frío crece y, no se por qué, creo que ha llegado mi final, y eso no me asusta. Lentamente saco la navaja que Robert me regaló en mi último cumpleaños que pasé con él. Se que jamás seré capaz de vencer a ese hombre, no con mi poca fuerza y una navaja. No soy estúpida, se lo que hombres como ese hacen con chicas como yo, y me niego a tener ese destino. Lentamente aminoro la marcha y me paro en medio de la calle, frente al extraño, que tuerce su sonrisa en una mueca creyendo ver ante él una presa fácil. Y también veo su confusión, su desconcierto, un cierto horror en su mirada y como huye rápidamente cuando me ve hundir la cuchilla en mi estómago, profunda, llevándome irreversiblemente hacia una muerte segura.
Irónico, ¿no? Cinco largos años en silencio, en la oscuridad, para volver a abrir los ojos y encontrarme con la muerte de frente. Pero, ¿qué más da? Yo morí aquel día, con mi hermano. Al menos ahora podría reunirme con él en aquel cielo que todos prometen, ¿no? Al menos ahora no sería una extraña en su propio hogar, ni una joven sin refugio presa fácil de pervertidos y desalmados. Ahora solo sería yo, o no sería nadie, desaparecería en el olvido. No lo se, solo soy consciente de que las fuerzas me fallan, mis párpados caen pesados, y el rostro de Robert aparece antes mí cuando estoy por exhalar mi último aliento, mostrándome aquella sonrisa que yo tanto adoro. 
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Anahí

Anahí seguía siendo la princesa del silencio, de los que miran sin ver, de los que aman sin sentir, de los que cantan sin voz y ríen sin sonrisa, la princesa de los ricos desgraciados y de los pobres afortunados. Anahí continuaba escribiendo letras vacías sin ningún significado, dibujando mariposas blancas en folios blancos, cantando versos de amor mientras hundía el rostro en el agua y el silencio.
Anahí era esa princesa, la princesa de las contradicciones, paradojas e incoherencias. La que, en su solidaridad, no pensaba siempre en el prójimo; una princesa sin castillo ni corona, sin trono ni cetro, sin rey ni reina. Ejercía su cargo en el silencio de sus grises ojos y contaba una a una las estrellas cada noche para asegurarse de que ninguna la había abandonado. Porque si eso pasaba... la princesa de la noche y la luz, de los desamparados y los poseedores de fortunas, de las paradojas del mundo, decaería al embrujo del amor y moriría tras un instante de felicidad amarga, que se perdería para siempre en el olvido, arrastrando a la princesa a la oscura sonrisa de la maldad y la ignorancia.
Las luces de las estrellas no la alumbrarían en su penumbrosa condena, el canto de los pájaros no llegaría a sus oídos para alejar de ella la soledad, nada la rescataría de una falsa y tortuosa ensoñación que la aprisionaría hasta asfixiarla. No, eso no ocurriría, o al menos eso pensaba Anahí.
Si sus traumáticas suposiciones fueron o no ciertas nadie lo sabe ni lo sabrá, pues desapareció una noche en las estrellas y al día siguiente el sol no la quiso liberar.
Así pues, perdí a mi princesa de las maravillas, la siempre triste pero tan feliz Anahí,que vivía en un cerezo permanentemente en flor y cantaba a la luna para que le devolviera su reino, sus estrellas y su castillo de nube que veía con nostalgia sobre su cabeza.
Y así, el príncipe se quedó sin princesa.

3 comentarios:

  1. Son geniales! Sobretodo me encantó el primero porque tiene un final que, por lo menos yo, no me esperaba! Muy triste, ambos, pero a la vez preciosos.

    ¿Te puedo pedir algo?
    Lo que pasa es que hace como un mes una amiga y yo creamos una campaña para que traigan a México Éxodo de Anissa B Damom pero necesitamos la ayudan incluso de quienes no son de nuestro país.

    ¿Podrías ayudarnos? Sólo publica regularmente un ''Queremos Éxodo de Anissa B Damom en México'' en: http://www.facebook.com/EdicionesBMexico

    Muchas Gracias!

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  2. Muchísimas Gracias! Esperemos que pronto nos den otra respuesta.

    <3 Te he enviado una solicitud de amistad por facebook, espero que no te moleste.

    Y de paso, te aviso que oficialmente he regresado a blogger.
    Te dejo la entrada: http://escapandoawonderland.blogspot.mx/2012/05/tienen-que-leer-esto.html

    Muchísimos Besos!

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  3. Wooo, me gustó "el frío".. Y me pasa igual que a kashmir... No me esperaba un final tan trágico, pero al menos volvió a ver a su hermano Robert y dejó la hipocresía de su familia de lado, al fin.
    :)

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